Así es, la renuncia de Barnés ha sido otra maniobra del sistema para acabar con el movimiento estudiantil, y obviamente se tomará como bandera para arremeter de nuevo contra los estudiantes en huelga.
¿Por qué es un embuste? Porque esta renuncia no resuelve ni siquiera uno de los seis puntos del pliego petitorio que ocasionaron la actual huelga estudiantil. Mientras estos puntos no se resuelvan el conflicto no se ha eliminado. Además, no podemos tomar esta renuncia como un triunfo de los estudiantes, ¿por qué?, porque es sólo un cambio en el equipo del sistema, vendrá otra persona a ocupar el lugar "vacante" y continuará con la política implantada anteriormente, en el mejor de los casos con un trato "más suave" en el peor, como un elemento "duro" de la tiranía dominante.
Mientras este cambio de estafeta se realiza, ¿qué hacer?, la respuesta no hay que buscarla más, ya existe, el camino de la AUTOGESTIÓN, única forma de sacudirnos el enjambre de parásitos que nos tiene sometidos. No podemos esperar nada bueno de las "nuevas" autoridades universitarias porque con hechos han demostrado, como parte del sistema, no querer solucionar el conflicto (para esto basta cumplir los seis puntos del pliego petitorio, ¿es esto mucho pedir?), ¿o seguiremos esperando milagros?
No bajemos la guardia, continuemos ORGANIZÁNDONOS para no tener que pedir lo que es nuestro. No es tiempo de celebrar, porque nada se ha ganado. Su movimiento, compañeros huelguistas, se inició con un pliego petitorio de seis puntos y ninguno de ellos ha sido satisfecho. El triunfo está más allá de un cambio de rector, más allá de un cambio de presidente, el cambio está en derribar este sistema para tomar un camino de verdadera libertad, sin imposiciones, en donde cada uno pueda disfrutar de lo que le corresponde de acuerdo a su trabajo.