El asunto de la UNAM (tercera parte)

Las dos partes en conflicto empiezan a tener posiciones cada vez más encontradas, y parece que ninguno cederá ante las demandas del otro. Mientras esto sucede la población empieza a tomar partido, conciente o inconcientemente.

Los estudiantes "exigen", como un niño que llora cuando le quitan un dulce, que les devuelvan sus derechos perdidos. Las autoridades demandan, como un viejo lobo de mar, que se regrese todo como estaba antes del paro.

La fuerza de los estudiantes:
Apoyo de profesores y padres de familia.
Una gran masa que los "apoya moralmente", esa masa que delega en gobiernos y autoridades.
La razón de sus "derechos" garantizados por la ley, esa ley escrita por el poderoso, por el vencedor de la Revolución de 1910.
El apoyo de los pocos que ya están organizados.

La fuerza de las autoridades:
La fuerza pública.
Todos los recursos de la nación.
Los medios masivos de comunicación.
El poder de los parásitos del país.
El poder del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
El apoyo moral e incluso físico de los rastreros, de los que se someten a los caprichos del amo en cualquier circunstancia, de los que no tienen conciencia de clase, en una palabra, de los ¡traidores!

La acción de los estudiantes: entrega de volantes con información sobre el movimiento y sobre las maniobras de descalificación que realiza su enemigo, actividades varias (conferencias, obras de teatro y más) en busca de apoyo para el movimiento, el paro en sí.

La acción de las autoridades: Represión contra los estudiantes, estrategia de diálogo y alargamiento del conflicto, y la más importante, el usarte a tí, enfrentándote contra tu hermano de causa, enfrentándote contra el que se rebela ante la injusticia, obligándote a estrangular a ese al que le asiste la razón, una razón que lo obliga a no retroceder más y empezar por detenerse para posteriormente intentar ir hacia adelante; pero eso tú no lo comprendes porque estás enajenado, porque te tragas todas las mentiras que te dice tu enemigo, ese enemigo que te prometió bienestar para tu familia y un millón de empleos al año, ese enemigo que al no cumplir, vuelve a prometer lo mismo y al que no te enfrentas porque no tienes las suficientes agallas; las agallas para encararlo como haces con el estudiante. Desgraciadamente, un día te darás cuenta del grave error que cometiste y desearás regresar el tiempo, pero serás demasiado viejo para romper la cadena atada a tu tobillo y ni siquiera tus hijos podrán ayudarte porque habrán muerto de hambre sirviendo a aquél al que hoy defiendes y alabas.

En cuanto a tí, que brindas "todo" tu apoyo moral al movimiento, sé que eres una persona que no quiere esta situación en que vives, y sé que estás dispuesto a organizarte de manera autogestiva; entonces, no lo pienses más, ese es el camino, hacer las cosas tú mismo; sólo así tu lucha será, no por lo que dice una ley escrita por tu enemigo, sino por tus verdaderos derechos de ser humano.


Por mi raza hablará el espíritu.




Sin Censura El Monje.
Junio de 1999
Correo electrónico: monje@techemail.com

Anarquía Sin Censura