Así es compañeros politécnicos, el león se avalanza sobre nosotros y no podemos detenerlo, ¿por qué? Porque seguimos esperanzados a que alguien venga a defendernos. Es por demás el seguir hablando de rescates bancarios, carreteros, y una larga lista de etcéteras, pues desde hace mucho tiempo sabemos que cualquier gobierno vela por los intereses de los poderosos, y por tal motivo, sus acciones a nuestro favor las podemos esperar mil años y no llegarán.
Nos atenemos a leyes creadas por las élites del poder, leyes que protegen sus intereses, leyes que apoyan la tiranía y que son maquilladas para hacernos creer que son justas; ¿de qué sirve que me digan que tengo educación gratuita, si me voy a morir de hambre? ¿de qué sirve que me digan que mi salario debe satisfacer mis necesidades primarias, si a lo más que me permiten aspirar es a ser un esclavo? No podemos regirnos por leyes dentro de un sistema hecho para que los poderosos vivan como parásitos a nuestras costillas. Aun si todas las leyes clamaran a gritos "¡no debe haber injusticia!", sencillamente no serían válidas porque nosotros no tenemos la fuerza para hacer que se cumplan.
La única solución a esta injusticia es derribar este sistema, pero eso no lo lograremos pensando en que tenemos fuerza porque reunimos 10 millones de personas en el Zócalo, o proponiéndole a nuestro verdugo "soluciones" para que no nos duela tanto el castigo, o insultando con palabras a quienes nos hacen morder el polvo.
Sí compañeros politécnicos, hagamos real su frase ¡PARTICIPA Y MUÉVETE!, es el momento de coordinar la acción directa con la propuesta de organización autogestiva de los compañeros de la UNAM, nos ahorraremos muchos lamentos.