Hacía tiempo que el Monje buscaba la respuesta a aquella interrogante;
experimentó por distintos caminos, pero nada ocurría. Esa tarde, él se encontraba conversando con aquellos desconocidos, cuando una extraña sensación lo invadió por completo; sentía que algo lo atraía de manera fascinante hacia la celda contigua.
En la celda el ambiente era acogedor y el Monje penetró en ella guiado
por sus sentimientos, como si supiera que ahí encontraría la ruta hacia la respuesta ansiada. Fueron momentos muy gratos los que experimentó en ese sitio, compartiendo impresiones con una presencia difusa pero más definida y agradable que todas las presencias de la otra celda; así que el Monje le permitió un primer acercamiento a su realidad y a las fantasías que lo acompañan y se permitió explorar el universo de ella hasta donde le fue posible. Cuando la celda se disolvió, él se sintió un poco triste, pero con el deseo de aprender más en el siguiente encuentro, pactado para un futuro cercano, el cual, para desencanto suyo, no pudo ser.
Durante algún tiempo, el Monje se mantuvo escéptico respecto a la relación que la presencia y el Alma podrían tener, había mantenido contacto con ella por un método alterno, pero siempre que intentaban entrar en contacto más "directo", algo sucedía y el encuentro se seguía posponiendo. A pesar de ello, la imagen de la presencia salía de la sombra y su forma y sentir se hacían visibles para el Monje, quien a su vez, abría su universo completamente ante ella para mantener la
realimentación.
Fue aquel día, cuando la depresión hizo presa del Monje y lo sumergió en una ruta de sombras, que la respuesta se reveló ante él: El Alma si existe. Durante un tiempo el Monje no se percató de aquel evento, debido a su condición anímica, pero al disiparse la bruma pudo observarla perfectamente: su Alma emanaba una ternura capaz de acompañarlo en todo momento y de permanecer en su mente sobre cualquier otro pensamiento, a cambio, él entregaba todo de si para completar una unión perfecta y una pertenencia en completa libertad.
Nunca más el Monje volverá a estar solo, Alma lo acompaña.